Los ofidios avanzan sobre territorio poblado. Reptan por las calles como si pudieran compartir territorio con los humanos. Lo hacen sin saber que desatan una ola de pánico y algunas terminan destrozadas y a los golpes.
En un pequeño poblado llamado Los Aguirre, en el límite con Tucumán, un vecino atrapó una serpiente gigante. Dejó que se enroscara en sus brazos y hasta se sacó varias selfies. Las fotos subidas en las redes sociales se viralizaron y provocaron más alarma.
En este caso, el ejemplar se cruzó con un vecino que le tuvo compasión y tras capturarla decidió devolverla al monte y alejarla de los centros poblados.
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El caso contrario ocurrió en la capital salteña. En barrio Villa Lavalle, se espantaron con una lampalagua y la molieron a palos. Como si fuera un trofeo de caza, la expusieron en la calle y reclamaron a las autoridades una campaña para combatirlas.
En la provincia, el clima húmedo, las lluvias y la crecida de los ríos arrastran la fauna que llega a los centros poblados.