Matthieu Faucher es ateo pero no fundamentalista y dijo: “Enseñé cultura, no catecismo”, pero fue denunciado por proselitismo religioso.
“¿Quién es ese señor que hace gimnasia colgado en una cruz a la entrada del pueblo?” “¿Por qué no tenemos clases en Pascua?” “¿Quién es Jesús?”: esas fueron algunas de las preguntas que los alumnos le hicieron al docente de una escuela de Malicornay.
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Todo ocurrió durante el ciclo escolar 2016-2017 y el maestro de 40 años consideró que debía contestar esas dudas desde el punto de vista histórico y no teológico.
En opinión de Faucher, esa descristianización de los niños implicaba “un enorme vacío cultural”. Preparó una unidad pedagógica con el título “El cristianismo por los textos: estudio literario de extractos bíblicos”, y tuvo la precaución de reunir a los padres de sus alumnos y ponerlos al tanto de sus intenciones.
Lo que nunca se imaginó sería el calvario que tendría que vivir, ya que fue denunciado y acusado de proselitismo religioso a través de una carta anónima.
Las autoridades de la escuela lo suspendieron. Faucher no aceptó la decisión. Estaba convencido de no haber cometido ninguna falta y decidido a demostrarlo.
“La Corte estableció que mi enseñanza se inscribió perfectamente en los programas de educación de la escuela primaria”, dice Faucher, que se siente rehabilitado y fortalecido, tras la larga batalla judicial.
“Este caso me supera ampliamente. Están en juego cosas mucho más grandes”, dice. “El tema de la enseñanza laica del hecho religioso, por ejemplo. Yo fui sancionado por haber trabajado con un libro que es un pilar de nuestra civilización; eso plantea interrogantes. Yo di cultura, no catecismo. Sólo cultura. Y los alumnos son los que la piden”.