Argumentos mágicos contra postulados racionales, paganismo contra practicismo, fetichismo contra realismo, pobreza contra defensores del medio ambiente. Por la razón que fuere, de un lado podrá justificarse, bajo el rótulo de necesidad, la acción de matar a un animal. Por el otro, seguramente el hecho se considerará como un atroz asesinato.
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Los habitantes de Hatupangan, una pequeña población al norte de Sumatra, mataron con sus lanzas a un tigre en peligro de extinción bajo una excusa increíble para el mundo occidental: consideraron que era un siluman o cambiador de formas.
Después de darle muerte, colgaron su cuerpo sobre una viga como si se tratara de un trofeo de guerra. Algunos de los más osados, vencieron el temor y se animaron a tocarle las patas. Las escenas de traslado y quema del gran gato son crueles y pueden herir la sensibilidad de las personas.
En los intentos de caza anteriores, algunos aldeanos aseguraron que el felino modificó su aspecto y figura cuando quisieron atraparlo. El tigre, amenazado, terminó con la vida de dos aldeanos que lo habían seguido hasta su guarida.
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Los conservacionistas del lugar trataron de evitar la matanza, ofreciéndose para atrapar viva a la "bestia salvaje", uno de los 400 miembros de la especie que sobreviven libres en el mundo. Pero los argumentos mágico y comercial –sus dientes y pieles valen mucho dinero- fueron más convincentes.