Michael Rotondo podría ser el protagonista del conocido cuento que habla de una persona tan honesta que un día encontró un trabajo y al día siguiente lo devolvió. Está relatado como una humorada, pero no es chiste. El joven desocupado de 30 años fue demando por sus propios progenitores para que abandone el hogar paternal en Syracuse, Nueva York.
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Porta anteojos, suele llevar el pelo recogido y le calzan bien los trajes. No defrauda con su pinta de intelectual, ya que se trata de un "pensador". Al cuerpo no lo usa ni para trabajar ni para estudiar; a la mente la utiliza para filosofar… En su crítica plantea que es víctima de los conservadores por ser un “millennial liberal".
Christina y Mark Rotondo, los papás del demandado, le solicitaron a una corte del estado que Michael se haga cargo de su propia vida. Llegaron hasta la Justicia después de agotar otras instancias más pacíficas. Primero fueron las sugerencias cariñosas, siguieron presiones más enojosas como dejarle de cocinar la comida y continuaron con frías cartas de desalojo.
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Hasta llegaron al extremo de ofrecerle 1.100 dólares para que arme las valijas. "Hay trabajos disponibles incluso para alguien como vos, que no tiene un buen historial laboral. Conseguí un trabajo, tenés que trabajar", dice la tercera y última comunicación escrita que le enviaron.
El tribunal del caso condenó al hijo, que se representó a sí mismo en la audiencia, a abandonar la casa de sus papás. Cuando el acusado ocioso solicitó seis meses para realizar un retiro programado, el juez lo negó categóricamente: "No, ¡quince días!".