Investigadores de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, desarrollaron una aplicación con una finalidad que, como mínimo, podría considerarse polémica. Se trata de un sistema de reconocimiento facial que detecta la orientación sexual de las personas a partir de una foto.
El mecanismo fue considerado peligroso por organizaciones que defienden la diversidad sexual, por considerar que atenta contra la intimidad y podría ser usada como una herramienta de persecución. Un sitio web de citas fue de donde se tomaron las imágenes de perfiles con los que los creadores crearon el algoritmo que hace la clasificación.
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Específicamente, fueron registradas 130.741 imágenes de 36.630 hombres y 170.360 imágenes de 38.593 mujeres de entre 18 y 40 años, que se ubicaban en Estados Unidos. La orientación sexual fue establecida en base en el género de las personas por las cuales manifestaban interés.
El sistema de inteligencia artificial, que de acuerdo a la investigación es más precisa que la que hace un humano, pudo distinguir entre hombres homosexuales y heterosexuales en el 81 por ciento de los casos. Respecto de las mujeres, lo logró en el 74 por ciento. "Los hallazgos permiten progresar el entendimiento de los orígenes de la orientación sexual y los límites de la percepción humana", afirma el estudio.
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La forma de la nariz y el cuidado personal son algunas de las características faciales empleadas por el sistema, que distingue entre rasgos permanentes y otros transitorios.
Conocida la noticia, en Argentina no tardaron en llegar las críticas. Autoridades vinculadas con la temática, como fue el caso del subsecretario de Diversidad Sexual del gobierno de Santa Fe, Esteban Paulón, lanzó duras advertencias en una entrevista con la agencia Télam: "No va a faltar mucho para que en los países donde se persigue a las personas por su orientación sexual, los gobiernos utilicen este tipo de herramientas muy peligrosas para hostigar a colectivos minoritarios".
El especialista agregó que la orientación sexual es un rasgo de la intimidad que no tiene relevancia pública más allá del que la propia persona quiera darle. "La idea de que exista este tipo de mecanismos después genera una consecuencia posterior que puede ser peligrosa", advirtió.
Betiana Caseres, coordinadora del Laboratorio de Innovación Digital de Fundación Huésped, entiende que "no es inocente" respecto de quiénes y para qué desarrollan estas tecnologías, y hasta señaló que este tipo de sistemas pueden poner en riesgo la vida de las personas.