El rostro parece haberse escapado de una pintura de Pablo Picasso. La cara negra, los labios hinchados y los ojos sin fondos recuerdan a las máscaras retratadas por el artista en su período negro o africano. La admiración por el genio español sería el motivo por el cual un jardinero británico decidió tatuarse todo el cuerpo. O quizás, fue al revés.
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De los 27 años de edad, Eli Ink (literalmente Elías Tinta) dedicó la última década de su vida para satisfacer sus gustos por la estética, extravagancia y rebeldía al extremo. Pintó con tinta negra toda su piel para poder modificar su cuerpo permanentemente.
“Decidí hacerme un gran tatuaje negro, para luego hacer sobre él grandes diseños blancos. Y si no me gustan, los vuelvo a cubrir de negro, de modo que mi piel será como pizarra”, aseguró Ink. Para él, toda su humanidad -incluidos los globos oculares- es un gran lienzo capaz de albergar las más llamativas obras de arte.
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De Joshua Rogers, su verdadero nombre, queda poco. Casi en el olvido fue a parar su apariencia de regordete con tonalidad rosácea, los trabajos de jardinería y sus emprendimientos comerciales. Hoy es reconocido en el pueblo de Brighton por el blackout tattoo.