Lo definen como "casi un accidente urbano" y es el bar mas angosto de Córdoba y del país. Antes, fue un pasillo entre edificios antiguos que funcionó orignalmente como servidumbre de paso para las viejas casonas de esa manzana.

El arquitecto Ernesto Bedmar descubrió este recóndito terreno y se lo compró a otro reconocido arquitecto cordobés, Togo Díaz. El lo había usado como depóstio para una de sus obras y lo tenía en desuso.
Cuenta Bedmar que visitó muchas veces Japón, donde descubrió el valor que los asíaticos le dan a todos los espacios y en particular al "pequeño espacio" y lo que ellos logran en covertirlos en lugares mágicos.
Con esa idea volvió a Córdoba y descubrió el espacio ideal para hacer esta llamativa obra de la arquitectura moderan. El pasillo cordobes dio lugar a unos de los bares gourmet más prestigiosos de nuestra ciudad.
