Nadie se animaba a pasar ni siquiera cerca. Una leyenda contaba que aquella maravilla natural era en realidad una prisión para los espíritus. Los lugareños de la provincia oriental de Al-Mahra, en Yemen, la rechazaban absolutamente.
Después de muchos siglos, un equipo de espeleólogos omaníes descendieron por primera vez al “pozo del infierno” de Barhout. El mítico lugar de 30 metros de ancho y más de 100 metros de profundidad escondía un verdadero misterio que finalmente fue revelado.
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En aquel agujero rodeado de leyendas y supersticiones, el Equipo de Exploración de Cuevas de Omán (OCET) que bajó en rápel encontró serpientes, animales muertos y perlas de la cueva de color gris y verde lima formadas por gotas de agua.
De esta forma, se escribe una nueva historia en Yemen, lejos de las señales sobrenaturales. Ahora, los residentes –más tranquilos porque las historias malignas quedaron atrás- quieren visitar el pozo.