La familia de Talleres le rindió homenaje a uno de sus ídolos eternos. Este martes el estadio La Boutique de barrio Jardín abrió sus puertas para el último adiós a Daniel Willington, el crack que marcó una época con la camiseta albiazul y que falleció este lunes a los 83 años.
Durante cuatro horas, el público se acercó a despedir al “Loco”, para dejar su saludo y acompañar a los familiares y seres queridos del ídolo. A las 13.30 comenzó el responso y homenaje final en el campo de juego donde brilló con la número diez. Luego, el cortejo partió hacia el Cementerio Parque, en Camino a Colonia Tirolesa.
El adiós a un símbolo eterno
La noticia de la muerte de Daniel Alberto Willington generó una ola de tristeza en Córdoba y en el país. Figura indiscutida de Talleres y de Vélez Sarsfield, el “Daniel” fue uno de los talentos más grandes que dio el fútbol argentino.
Willington nació el 1° de septiembre de 1942 en Santa Fe y llegó a Córdoba siendo niño. Debutó en Talleres con apenas 16 años, donde enseguida se ganó el cariño de la gente por su técnica exquisita, personalidad y amor por el club.

Su carrera también lo llevó por Huracán, Veracruz de México e Instituto, donde compartió plantel con Osvaldo Ardiles y Mario Kempes. Pero su historia quedó ligada para siempre al club de barrio Jardín, tanto como jugador como entrenador del ascenso a Primera en 1994.
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Willington fue reconocido en vida como una de las glorias máximas del fútbol cordobés. Incluso, una de las tribunas del estadio Mario Alberto Kempes lleva su nombre, en homenaje a su trayectoria y a su huella imborrable.
Hasta el propio Pelé lo elogió públicamente, destacando su talento y su visión de juego.
El martes, el corazón de Talleres volvió a latir fuerte en La Boutique, donde el “Loco” Willington recibió el último aplauso de su gente.
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Con palabras cargadas de respeto y admiración, Oscar “Cocayo” Dertycia recordó al futbolista que marcó una época dentro y fuera de la cancha. “Llevaba la número 10 porque la llevan los distintos, los talentosos, los diferentes —dijo—, esos que cuando el partido se complicaba, lo resolvían con una jugada, con magia, con corazón”.
A su vez, el ídolo y actual presidente de Belgrano sumó un testimonio que resume el cariño generalizado que despertaba el homenajeado: “Tuve la suerte de cruzármelo muchas veces, de compartir asados y charlas. Es un tipo con historias para escribir un libro. Un tipo del fútbol, sano, querible, al que hasta el hincha de Belgrano respeta. Porque la buena gente y los buenos jugadores —dijo con emoción— no tienen camiseta”.





