Diego Maradona jamás despertó. Algunas versiones indicaban que mientras estaba desayunando expresó: "Me siento mal". Volvió a acostarse. Estaba pálido y frío. Inmediatamente llamaron al médico.
Sin embargo, desde la fiscalía de San Isidro que investiga la sorpresiva muerte, detallaron que su sobrino Johnny Espósito (hijo de su hermana María Rosa) lo vio por última vez con vida el martes a las 23:00.
Por la mañana de este miércoles, se encontraban en la casa -además de su sobrino-, un asistente, un empleado contratado para su seguridad física, el enfermero y la concinera Monona.
Alrededor de las 11.30 llegaron la psicóloga y la psiquiátra, quienes ingresaron en primer término a la habitación. Se dirigieron verbalmente a Maradona, pero nunca respondió.
Cerca del mediodía había una decena de ambulancias en la propiedad: profesionales lo intubaron, intentaron reanimarlo en pleno paro cardiorrespiratorio, pero El Diez no resistió.
Antes de la autopsia, el fiscal general, John Broyad, aseguró que "no se advirtieron signos de criminalidad ni de violencia, más que de características naturales".
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Desde hacía tiempo, Diego Armando Maradona estaba deprimido, sumado a la rehabilitación tras la operación por el hematoma subdural. Su psiquiátra y psicólogo analizaban trasladarlo a Cuba para reponerse. De hecho, el hijo de Fidel Castro lo había invitado para que regresara y le ofrecía hospedaje, según detalló Clarín.
El mejor futbolista de todos los tiempos cumplió 60 años el pasado 30 de octubre y su mayor deseo era reunir a sus hijos y nieto. Pero no pudo hacerlo, debido a que el 3 de noviembre fue intervenido quirúrjicamente y su familia había prometido cuidarlo. Además, extrañaba como nunca a su mamá Doña Tota: "Lo que más lamento es no tener a mis viejos. Siempre pido ese deseo, un día más con la Tota, pero sé que desde el cielo está orgullosa de mí y que fue muy feliz".