Tenía tan solo 23 años. Era una de las grandes esperanzas del boxeo femenino argentino en Córdoba. Soñaba con ser campeona del mundo, estudiaba para ser profesora de Educación Física, pero su vida se apagó muy temprano.
En la noche del viernes, su mamá la encontró en la cama con convulsiones. Rápidamente fue trasladada al Hospital Regional Pasteur de la localidad de Villa María. Los médicos hicieron todo lo posible por reanimarla, pero su corazón no resistió y murió de un paro cardiorespiratorio.
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Aún se desconocen el motivo de su fallecimiento, por lo que la fiscal a cargo de la investigación, Juliana Companys, ordenó que le realizaran la autopsia y caratuló el hecho como muerte de etiología dudosa. Según trascendió, se habría tratado de una sobredosis de sustancias psicoactivas.
Su primer entrenador la llamó “El Huracán” porque “siempre iba hacia adelante y no se conformaba con nada”. La joven había comenzado con artes marciales hasta que finalmente decidió hacer carrera como boxeadora.
A pesar de que se la veía feliz, siempre peleó contra las drogas. Buscó ayuda terapéutica y la contención de su círculo más íntimo. Sin embargo, sufría recaídas y era un volver a empezar cada vez que eso sucedía.