"Hay un triángulo, entre el sur de Santa Fe, el este de Córdoba y el norte de Buenos Aires. Es un triángulo en el que hay familias 'normales', disciplinadas, bien intencionadas, que viven en entornos muy sanos y además tienen una buena alimentación. En otras palabras, tienen los principios y las necesidades básicas".
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Las palabras salieron de la boca de Jorge Bernardo Griffa, una eminencia en la captación de talentos futbolísticos. Precisamente en ese contexto pasó su niñez y adolescencia un muchachito de Corral de Bustos que respondía al nombre de Oscar. Ese que unos años después sería un genuino abonado al Gremio de Recios Zagueros Centrales con Voz de Mando, un símbolo de la Selección Argentina y un auténtico "personajazo" en televisión.
Inicios
El 26 de enero de 1962 papá Natalio y mamá Hilda le dieron la bienvenida en la ciudad de Rosario a su tercer hijo, Oscar Alfredo Ruggeri. Aunque nació en la ciudad del Monumento de la Bandera, el Cabezón transcurrió sus primeros años en la mencionada ciudad del este cordobés, cercana al límite provincial con Santa Fe.
Club Atlético Social Corralense fue el club en donde el pequeño purrete dio sus primeros pasos futbolísticos. Obligado por mandato familiar, por supuesto. "Ahí comencé. Jugué en las inferiores y a los 15 debuté en la primera del club", recordó en una entrevista con Interior Futbolero.
En sus épocas de estudiante secundario, jugaba al medio y arriba, y disfrutaba de dejar la piel en el patio de la escuela en los recreos, para volver todo transpirado y llevarse algún que otro regaño de su maestra de turno. La que también lo tenía "cortito" fue su madre Hilda. "La verdad es que nos educó mi vieja. Mi papá era camionero, llevaba piedras a no sé dónde. No lo veíamos en dos o tres meses", aseguró en una nota a la extinta revista El Gráfico.
Además, recordó que la patrona del hogar les "metía a los tres unas palizas bárbaras". "Yo por dentro la reputeaba, decía: '¿cómo nos puede pegar así?'. Hoy le agradezco la rigidez que tuvo y la entiendo porque estaba sola con tres varones, la guita alcanzaba con lo justo y me parece que otra manera no había", rememoró.
Una anécdota refleja íntegramente el carácter de mamá Hilda. Mientras los hermanos Ruggeri jugaban al fútbol en casa, un "fulbazo" estalló contra un ventiluz y fue a parar a una olla de leche, que volcó su contenido. ¿La represalia? La matriarca tomó el endemoniado balón y lo quemó al frente de sus hijos. La lección estaba aprendida: con la "vieja" no se jugaba.
Boca, entre ceja y ceja
Cuando tenía 7 años, Boca Juniors pasó por Corral de Bustos para disputar un amistoso. Un pequeñín Ruggeri se dirigió al hotel donde se encontraban los jugadores y encaró con decisión a Roberto Mouzo, un caudillo en la defensa del club de la Ribera. Mientras el experimentado zaguero le firmaba un autógrafo, el chiquillo aventuró: "Yo voy a jugar en Boca".
Anonadado y divertido por el "atrevimiento" del purrete, el referente de Boca le dijo que los fuera a visitar a Buenos Aires. Ruggeri lo tomó literal y años después vestía con orgullo la Azul y Oro. Después de una prueba en Rosario Central y otra en el Xeneize, finalmente Oscar desembarcó en la Mitad más Uno. Tiempo más tarde llegó el debut en primera ante Newell's en 1980.
Un año más tarde, el Cabezón ya era titular indiscutido en Boca y salió campeón del Metropolitano 81, de la mano de unos geniales Diego Maradona y Miguel Brindisi. Luego de más de 140 partidos en el conjunto boquense, Ruggeri no tuvo mejor idea que "cruzarse de vereda". Después de una huelga de jugadores, pasó a River en condición de jugador libre. Ricardo Gareca lo acompañó y la Bombonera jamás se lo perdonó.
Durante su estadía en River, atravesó el mejor año que un futbolista profesional puede llegar a aspirar. En 1986 ganó el campeonato de primera división, la Copa Libertadores, la Intercontinental y el Mundial de México. Un año más tarde, levantó la desaparecida Copa Interamericana.
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El Cabezón en Mundiales
Oscar Ruggeri participó en las páginas más gloriosas de la Selección Argentina. Disputó un total de 16 partidos en tres mundiales y marcó un gol. Sin lugar a dudas el torneo más importante fue el de México 86, en el que fue titular indiscutido y salió campeón junto a un iluminado Diego Maradona.
En la Copa disputada en tierras aztecas, fue un puntal de la defensa del equipo de Carlos Salvador Bilardo. Hizo uno de los tantos en la victoria 3 a 1 ante Corea del Sur en el debut. La conquista vino tras un quirúrgico centro del Pelusa y un certero cabezazo.
Referente ineludible de la gesta en México, Oscar protagonizó varias anécdotas que vale la pena recordar:
-En una entrevista a El Gráfico reconoció que el clima del plantel no era el mejor antes del Mundial. "Antes de debutar armamos una reunión que sirvió porque cada uno dijo todo lo que tenía que decir. Y hubo otro hecho importante antes. Era el cumpleaños de un allegado, un amigo que venía con nosotros a todas partes; pusieron rock y Bilardo empezó a bailar, se tiró al piso, el Negro Enrique también. De repente estábamos todos cantando 'es el equipo del Narigón'. Ahí empezamos a meternos", recordó.
-Como la concentración argentina en el club América tenía lugar para 16 jugadores, seis quedaban afuera. Ruggeri era uno de los relegados que se instalaron en una piecita a 200 metros del edificio principal, a la que llamaron "La Isla". Llovía seguido y las habitaciones tenían goteras, por lo que tenían que ir cambiando de lugar las camas. ¿Se imaginan al Cuti Romero durmiendo en un precario colchón qatarí y renegando con humedades en su cuarto?
-Las cábalas durante el torneo marcaron el comportamiento del plantel, que tuvo conductas peculiares al servicio de la Selección. Una de ellas tenía que ver con la música que escuchaban en el colectivo que los llevaba a los partidos. Los tres temas que sonaron en la ida al encuentro con Corea del Sur sonaron en la previa del resto de los compromisos. ¿Cuáles eran? Gigante Chiquito, de Sergio Denis, Total Eclipse of the Heart, de Bonnie Tyler, y Eye of the Tiger, de Survivor -conocido por la película Rocky-.
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-Según relató Ruggeri en el programa 90 Minutos, el plantel jugaba picados en plena concentración a escondidas de Bilardo. El Narigón quería que descansaran por la altura y el smog. Llegó el día en que los descubrió y enloqueció en la búsqueda de los responsables de darles la ropa y las pelotas.
-Para el inolvidable partido contra Inglaterra por los cuartos de final, ocurrió un hecho totalmente inconcebible en épocas actuales. Después de ganarle en octavos a Uruguay, muchos de los jugadores intercambiaron prendas con los rivales y regalaron las camisetas alternativas -azules- a familiares y conocidos. Como las remeras titulares del elenco británico se parecían a las albicelestes, se hizo un sorteo que definió que Argentina debía usar la azul nuevamente.
Ante el faltante de casacas, los dirigentes de AFA salieron al Distrito Federal de México y, después de algunas idas y venidas, dieron con una feria que les vendió 40 camisetas iguales. De esta manera, sumada a la diferencia en el material, la versión de la camiseta usada contra Uruguay tenía números blancos, mientras que la utilizada contra Inglaterra los tenía de color gris metalizado.
-Una vez clasificados a la final contra Alemania, Bilardo volvía locos a los jugadores con sus clásicas obsesiones. En el caso particular del Cabezón, le había asignado la marca de Karl-Heinz Rummenigge, un peligroso delantero teutón. A partir de esto, el entrenador se acercaba a su habitación a cualquier hora de la madrugada para preguntarle: "Ruggeri, ¿a quién marcás?".
-Con la alegría de haber salido campeones del mundo, los jugadores prolongaron los festejos durante todo el viaje de vuelta a Argentina. Era tal el descontrol en el avión que en un momento el piloto les tuvo que pedir que "bajaran un cambio" porque sino la aeronave se iba a caer. "Muchachos, no puedo tener el avión: o aflojan, o nos caemos", fueron las palabras del conductor, según los recuerdos del corralense.
-Durante el vuelo, Maradona estuvo la mayoría del tiempo sosteniendo la Copa. Hasta se fue a dormir con el trofeo en brazos. Una vez que Diego estuvo inconsciente, aprovecharon para quitárselo y sacarse fotos. "Yo aparezco en una foto con Nancy (su mujer) con la Copa. Decíamos: 'Métanle porque si se despierta, cagamos'".
Dos mundiales más
Cuatro años después, en Italia 90, volvió a ser un referente en el plantel albiceleste, que llegó a la final pero cayó 1 a 0 ante Alemania. Jugó cinco partidos, entre los que se destaca el que disputó en octavos de final ante Brasil, en el que la Selección se impuso por la mínima ante Brasil, en un dramático desarrollo.
En Estados Unidos 94 el Cabezón estuvo en los cuatro cotejos que jugó el combinado albiceleste, que quedó eliminado en octavos de final a manos de Rumania. En aquel certamen, Diego Maradona fue desafectado por un doping positivo después del duelo ante Nigeria, el día que al "10" le "cortaron las piernas", según sus propias palabras.
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Bonus track: fue campeón de las Copas América de 1991 y 1993 y de la Copa Rey Fahd -actual Copa de las Confederaciones- en 1992.
Post River
Ganador de pura cepa, Ruggeri triunfó en casi todos los clubes donde jugó. Después de un paso por Logroñés de España, recaló en Real Madrid, donde salió campeón de la liga española. Antes de su partida al club de Logroño, Oscar tuvo que casarse en tres días, de un domingo a un miércoles: "La llamé a Nancy y le dije que antes del jueves nos íbamos a España y nos teníamos que casar. Nos casamos el miércoles”.
Volvió al país y desembarcó en Vélez, donde sentó las bases de la gran rivalidad con José Luis Chilavert, por entonces su compañero en el Fortín. Años más tarde, con el corralense ya en San Lorenzo, ambos titanes protagonizarían dos episodios de violencia explícita que, según las crónicas de la época, estuvieron a punto de desencadenar la Tercera Guerra Mundial.
Con el conjunto azulgrana salió campeón del recordado torneo Clausura 95 y cortó una sequía de 21 años sin salir campeón del club de Boedo. También jugó en el Ancona italiano y ganó una Copa de Campeones de la Concacaf con el América de México.
Sus últimos pasos los tuvo en Lanús, con el que llegó a la final de la Copa Conmebol en el año 1997. Lamentablemente para el Cabezón, cayó en el partido definitorio ante Atlético Mineiro. Se retiró el 7 de diciembre del mismo año en una victoria por 3 a 0 ante Estudiantes de La Plata en la que marcó un gol de penal.
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Colgaba los botines uno de los últimos grandes caudillos del fútbol argentino. "¿Caudillo? Se nace con ese don y después se lo va puliendo con las dificultades. Uno lleva adentro eso de querer ser líder. Desde pibe, yo jugaba al fútbol y estaba adelante de todos, siempre primero", declaró en otro reportaje.
Como entrenador
En contrapartida a sus éxitos como futbolista, la carrera de Oscar Ruggeri como director técnico fue discreta. Tuvo pasos sin pena ni gloria por San Lorenzo, Chivas de Guadalajara (México), Tecos (México), Independiente, Elche (España) y el América de México.
Quizás su hito más importante con el buzo de DT fue haber hecho debutar en primera división a Sergio Agüero. Ocurrió el 5 de julio de 2003, cuando el Cabezón dirigía al Rojo de Avellaneda e hizo saltar al campo a un jovencito Kun de solo 15 años.
El personaje de TV
Es muy probable que los centennials vean a Ruggeri, principalmente, como una figura de la televisión. Su imagen de panelista polémico, con una verborragia exagerada y un semblante de "hombre de pueblo", muchas veces eclipsa su gran importancia en la historia del fútbol argentino y de la Selección.
Sus constantes relatos de anécdotas futboleras muchas veces le dan un "plus" en cuanto al entretenimiento, pero desvían el foco de temáticas importantes en el mundo del Deporte Rey
Además, sumado a su aparición diaria en un programa de la señal Espn, el Cabezón ha participado de publicidades de productos de cualquier tipo. Hasta llegó a participar en el certamen "Bailando por un Sueño" de Showmatch.
Cordobeses Mundiales es una sección de ElDoce.tv para contar las historias de nuestros valores en las Copas del Mundo. Esta es la sexta entrega... ¡y se vienen muchas más!