A los 42 años, Diego Garay ya no piensa en una pelota la mayor parte del día. Desde su retiro, el crack que supo llevar -y muy bien- la 10 de Talleres tomó distancia del fútbol y se instaló en su San Francisco natal.
Allí, uno de los héroes del ascenso contra Belgrano en 1998 trabaja en una pinturería. Pese a que jugó en Francia, México y Ecuador, afirma y repite que la localidad del este cordobés es "su lugar en el mundo".
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Garay tiene seis hijos y, entre trabajo y la familia, se hace un tiempo para ver al club de sus amores. "El fútbol ocupa un lugar muy secundario en mi vida. Solo veo los partidos de los cordobeses, en especial de Talleres", le contó a Agustín Burgi en el ciclo de Telenoche.
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¿Qué le dejaron sus años en la T? Principalmente, amigos: entre ellos mencionó a Daniel "la Chanchita" Albornoz, Cristian Pino, el Cebolla Fernández y Julián Maidana.
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