Jorge Sampaoli nació en Casilda, la capital del departamento Caseros en el sur de la Provincia de Santa Fe, ubicada a 56 kilómetros de Rosario. Hasta ahora, allí se lo conoce como "El Zurdo".
Su papá Rodalgo le inculcó el fanatismo por el fútbol y, en especial por River. Su ídolo infantil era el Beto Alonso. Su padre fue un policía muy querido en el pueblo, pero murió joven a causa del cigarrillo.
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Comenzó a jugar al fútbol de chico, era un volante zurdo escurridizo. Empezó en las inferiores de Central Argentino pero a los 15 años debutó en la primera de Aprendices. También jugó en 9 de Julio, en Unión Casildense y llegó hasta la cuarta división de Newell's. Se retiró a los 31 años en Alumni, que pagó 5 mil pesos por su pase.
Aunque fue campeón, se lo recuerda más por las tarjetas rojas. "Como futbolista era un rústico, un picapiedra", le dijo Sergio Abdala, amigo de la infancia al diario La Nación.
Jorge terminó la secundaria a duras penas y le aclaró a su mamá Odila que no iba a estudiar nada. Trabajó fugazmente en un frigorífico y, a los 18 años, aceptó el puesto de cajero en el Banco de Santa Fe que su madre le consiguió. Ella llegó a verlo campeón de América y falleció el 31 de diciembre de 2015.
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Según sus ex compañeros de trabajo, allí lo conocían como "Maradona" porque "no estaba nunca en el banco". Todos lo recuerdan como un cajero bromista, inquieto y apurado. Otros le decían "Zapato de vidriera" porque "no estaba nunca en la caja". En realidad, era más fácil encontrarlo en el bar de la esquina hablando de fútbol con amigos.
"Tenía un pinche para archivar los plazos fijos. Lo calentaba bien y. si el próximo cliente no le caía bien le pedía que se lo alcanzara" contó Sergio Abdala, uno de sus compañeros de equipo y del banco.
Sampaoli también fue secretario del juez de Paz de la localidad de Los Molinos, un pueblito de 3 mil habitantes cercano a Casilda. Cuando faltaba el juez Juan José Morelli, firmaba las actas de defunción y certificaba los nuevos matrimonios.
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"Al ordenanza del banco lo volvía loco. El hombre tenía gallinas y Jorge lo llamaba desde su interno: 'Hola, soy del comedor de Tito, ¿me podés mandar cuatro docenas?, le decía. El ordenanza le pedía permiso al gerente del banco para salir, iba a su casa y le lleva las cuatro docenas a Tito, que no entendía nada", recuerda Mauricio Vittone, ex dirigido por Sampaoli y actual presidente de Alumni.
Tras dejar el fútbol, se convirtió en entrenador. Con Alumni perdió las finales de la Liga Casildense del 1994 y 95, pero se coronó campeón con Belgrano de Arequito en 1996 y con Aprendices Casildenses en 1999 y 2000. Hasta dirigió un año a Argentino de Rosario en la B Nacional. Competitivo, peleador, y muy exigente. "Si pierdo me muero", era una de sus frases más repetidas.
Cuando llegó a ser técnico de primera en 1994, se entrenaba martes y jueves. Pero con él, las prácticas eran de martes a sábado y sólo les dejaba libre el lunes. "Muchos chicos vivíamos en Rosario, estudiábamos en Rosario, y veníamos todos los días a Casilda a entrenar. Nos pagábamos nosotros los pasajes y todo el mundo lo hacía con gusto porque él nos convencía", relata uno de sus dirigidos.
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"Faltar a una práctica era terrible. Me perdí una por un parcial y al otro día me sentó y me dijo. 'Vos a vas a tener que decidir: o el fútbol o la medicina'. ¡Pero si ni cobrábamos! Te desafiaba a cada rato", relata el doctor Paulo Rubio, hoy vice director del Hospital San Carlos de Casilda.
"Nos hacía entrenar de noche a propósito; como no nos veíamos, decía que así íbamos a mecanizar movimientos sólo gritándonos", explica Emilio Scapinello, otro jugador de Sampaoli. "Hasta hoy me retumba el 'comelo, comelo, comelo, comelo!' gritando desde el borde de la cancha", describe Rubio.
"Una noche salimos con los chicos del equipo. El Zurdo se enteró y apareció por el bar. Todos lo vieron y se escondieron. Quedé yo, de espalda, con el pelo largo hasta los hombros..., me cazó, me metió en el auto, me llevó a mi casa y se fue. Me sacó del equipo y solo volví cinco fechas después", contó Lucas, hermano de Paulo.
En Arequito, donde dirigió a Belgrano, recuerdan que hizo desaparecer la imagen de la virgen del vestuario. "Si ustedes rezan y ellos también rezan, ¡empatamos todos los partidos!", decía.
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La otra pasión de Sampaoli es el rock nacional y la inmortaliza con los tatuajes en su cuerpo. Se quedó calvo de joven, pero antes lució una melena rolinga. De pibe se colaba en trenes para viajar a Buenos Aires para ver a River y disfrutar de la música. Sus preferidos eran Los Redondos de Ricota, Andrés Calamaro o los Fabulosos Cadillac.
Su vida cambió el día que lo contrató Juan Aurich de Perú, en los primeros días de 2002. Pidió licencia en el juzgado, pero no volvió nunca más. Lo esperaban títulos en Emelec de Ecuador y Universidad de Chile. También ganó la Copa América con la Selección Roja. Ahora, cumplirá el sueño de dirigir la de su país.