Hasta ahora, la profecía no se cumplió. Los inversores del Greenland Group apostaron y perdieron. Los que pensaron que el desembolso de millones de dólares por un jugador estrella les aseguraría los éxitos deportivos Shanghai Shenhua, se equivocaron.
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El presente futbolístico de Carlos Tevez en el oriente asiático no dista demasiado de la realidad del equipo al que pertenece (está en el puesto 11). A pesar de ser uno de los jugadores mejor pagos del planeta, nunca se convirtió en la gran atracción de la Superliga China.
Las continuas lesiones, la ausencia de juego comprometido, la falta de adaptación y la imagen de tristeza por extrañar su tierra hicieron que los hinchas le pusieran un apodo despectivo: “El niño nostálgico”.
La relación con los integrantes de la barra está quebrada. El aliento que antes venía de las tribunas se transformó en recriminación. Un grupo de hinchas, que lo encontró en una joyería, le reprochó estar “más preocupado por comprar oro" que por la final de la Copa China que se jugará en noviembre.
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También se crítica a los dirigentes del club que le liberaron el cupo de extranjeros a Tevez, dejando ir al senegalés Demba Ba y al paraguayo Oscar Romero. Ante esta realidad, Angelici viajaría a China para repatriarlo en Boca. Pero hay una traba: seis millones de dólares del contrato de cláusula.