Bruno Forgiarini tiene 20 años, es hincha del Inter de Porto Alegre y siente un profundo fanatismo por el Cholo Guiñazú. El paso del ídolo de Talleres por el club brasileño lo marcó a fuego e hizo que empezara a coleccionar todo tipo de objetos vinculados al ex mediocampista.
Camisetas autografiadas, botines, revistas y hasta un cuadro son algunas de las reliquias que Bruno conserva en su habitación. “Él significa todo para mí. A veces evito hablar sobre él porque me emociono”, le cuenta a El Doce desde un bar de Porto Alegre.
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Todo comenzó en 2007, cuando Pablo Guiñazú se sumó a las filas del Internacional de Porto Alegre. Allí cautivó a todos los simpatizantes del club y Bruno no fue la excepción: con tan sólo 8 años lloraba cada vez que veía al Cholo correr en busca de la pelota. La extraña reacción se repitió durante varios partidos, lo que llevó a sus padres a mover cielo y tierra para que su hijo cumpliera el sueño de conocer a su ídolo.
Al poco tiempo, el encuentro se produjo y dio inicio a una estrecha relación que perdura hasta el día de hoy. El ex futbolista le regaló la camiseta de Talleres con la que enfrentó a Palestino en la Copa Libertadores. Mientras Bruno la exhibe con orgullo, cuenta que es común que intercambie mensajes de WhatsApp con su referente.
La pasión que este joven de Porto Alegre siente es tan grande, que decidió reflejarla en algo que perdure en el tiempo: se hizo un tatuaje en el brazo que simplemente dice “Gracias Cholo”. Esta es la historia de Bruno, el hincha brasilero más cordobés.