Una increíble situación se vivió en Estambul, Turquía. En el partido que jugaron Besiktas y Leipzig, por el Grupo G de la Champions League, los cánticos y ruidos de la barra local retumbaron tanto en la cabeza del futbolista Timo Werner que debió retirarse del campo de juego a los 30 minutos del primer tiempo.
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Cuando pisó el césped del Vodafone Stadyum, el jugador se olvidó de las estrategias técnicas que tenía preparadas para el encuentro. Su pensamiento se enfocó en encontrar la manera de dejar de sentirse afectado por los altos decibeles que provenían desde la hinchada turca.
Creyó encontrar la solución para el bullicio usando unos tapones para los oídos, pero la iniciativa no fue lo suficiente como para calmar su tolerancia auditiva.
"Nunca he visto una atmósfera como ésta en mi vida, no pude concentrarme en el partido. Pedí unos tapones y tampoco me ayudó. Todavía no me siento bien" declaró el delantero del Leipzig en el vestuario. Mirá las imágenes que ilustran el momento.
Al parecer, ni un corcho de una damajuana dentro de las orejas de Werner podría haber disimulado el ensordecedor aliento de la barra local. Aturdido, empezó a comunicarse en lenguaje de señas. Hizo un gesto hacia el banco de suplentes pidiendo el cambio, siendo reemplazado por Klostermann a la media hora de juego.
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"Es imposible preparar a un equipo para una atmósfera como ésta, hubo un ruido ensordecedor, al principio del juego nos afectó un poco", dijo el jugador de 21 años, explicando la situación personal vivida e intentando justificar la derrota final de su cuadro por 2 a 0.