Entre muchas de sus virtudes, los Juegos Olímpicos también sirven para poner en conocimiento al mundo entero de las difíciles situaciones que atraviesan los distintos países participantes. Ese fue el caso de Feyisa Lilesa, maratonista de Etiopía que ganó la medalla de plata en los 42 kilómetros de Río 2016.
Al cruzar la meta, el deportista levantó y cruzó los brazos como si estuviera esposado. Cuando lo consultaron, señaló que así intentó defender los derechos de la etnia Oromo, mayoría en su país, pero reprimida brutalmente por el gobierno que dirige Mulatu Teshome.
"Realicé ese gesto por la actitud del gobierno de mi país contra los Oromos. Desde hace nueve meses, un millar de personas han resultado muertas", denunció en la rueda de prensa. "Tengo familiares en prisión en mi país. Si hablas sobre democracia te matan. Si vuelvo a Etiopía, tal vez me maten o me metan en prisión", lamentó.
Ahora, Lilesa espera que se aceleren los trámites para obtener la visa para mudarse a Estados Unidos o Kenia, mientras espera quedarse algún tiempo en Brasil.