En el partido de vuelta del repechaje contra Perú, Jeremy Brockie, jugador de Nueva Zelanda tuvo la cabeza y las piernas en Lima, pero su corazón había quedado del otro lado del océano. Mientras participaba por un pasaje al mundial, su mujer celebraba el “baby shower” del niño que estaba gestando en su país.
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Jessica es la esposa del futbolista. En su vientre llevaba el bebé de su mejor amiga, a quien en un enorme gesto de cariño le había ofrecido la práctica de la maternidad subrogada. Bec Arena, quien aportó el embrión fecundado, no podía tener un hijo por padecer una enfermedad terminal.
El 20 de enero, el futbolista pudo decir presente en el nacimiento de Rixon James Arena. Esta vez, quien trágicamente faltó a la cita, fue su mamá Bec. Unos días antes del parto, falleció sin poder conocer a su bebé de más de tres kilos de pura ternura.
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Las mujeres, compinches inseparables, se habían conocido en la escuela. Desde ese momento, se juraron una amistad tan fuerte y poderosa que trascendió el tiempo y a sus respectivas parejas. Así, Jessica y el delantero de los All Whites, que ya tienen dos hijos, decidieron cumplirle el sueño de la ansiada paternidad a Bec y a su marido Gareth.
+ Los protagonistas grabaron un emotivo video sobre la gestación de niño:
"Increíblemente orgulloso de mi esposa Jessica por renunciar a su tiempo y su cuerpo para alguien es muy especial. Ha sido un gran viaje en que estuve involucrado y estoy contento de haberlo hecho a su lado. Ayudar a otra familia es muy gratificante", escribió el jugador de 30 años.
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Brockie no salió victorioso en aquel histórico partido de fútbol clasificatorio. Junto a su compañera de vida, ganó el partido más importante de su vida y van por el campeonato. Con afecto, comprensión y amor, el matrimonio solidario se encuentra ahora juntando fondos para que Gareth pueda criar al hijo esperado.