Las toallas oficiales de uno de los torneos más emblemáticos del tenis mundial son una tentación, hasta para los protagonistas. Por ellas, los jugadores que participan en Wimbledon se olvidan de los millones en sus cuentas bancarias y se hacen amigos de lo ajeno.
El evento lleva poco más de una semana y la organización ya perdió unos 172 mil dólares en estos souvenirs. Y las expectativas son todavía peores: solo el 20 por ciento de las más de seis mil toallas son devueltas por los jugadores.
Y esta actividad se convirtió en un hobby no solo para los juniors. Novak Djokovic, Serena Williams -los números uno del mundo- y Andy Murray reconocieron llevarse varias toallas por partido para regalar a familiares y amigos.
"Planeo antes del partido dejar la mitad de mi bolso vacío o un bolso entero para las toallas que me llevo de Wimbledon", admitió el serbio. Por su parte, la estadounidense es "una leyenda" en este arte, según el jefe de la organización, George Spring.
Spring explicó a The Telegraph que no hay un límite de toallas por partido para cada jugador y que por eso aprovechan. Según indicó, aquellas que son devueltas por los tenistas se lavan y venden para caridad al final del torneo. Cada una cuesta 38 dólares para el público.