Julián Álvarez fue una de las sensaciones en el triunfo de Argentina sobre Polonia. Con solo 22 años, entró como titular y marcó su primer gol en un Mundial, el que decretó el 2-0 definitivo que encima metió en octavos de final a la Scaloneta.
A más de 13.500 kilómetros de distancia están sus familiares y amigos, esos que lo vieron crecer con una pelota en los pies, cuando la vida en el fútbol era apenas un sueño. En Calchín sabían que la Araña iba a lograrlo, pero igual todavía no pueden creerlo del todo.
Este miércoles 30 de noviembre es un día inolvidable en el pequeño pueblo del este de Córdoba. Sus poco más de 3 mil habitantes festejaron el golazo de Julián y la clasificación de la Scaloneta en el Mundial de Qatar.
Telenoche viajó a la tierra de Álvarez y habló con los que lo conocen desde sus comienzos. "Siempre alentándolo a muerte y muy orgullosos de que sea parte de Calchín", dijo un amigo.
Desde la canchita que fue testigo de sus primeros goles y gambetas, en el Club Atlético Calchin, todos destacaron que las virtudes de la Araña siempre fueron las mismas. De chico ya mostraba cosas diferentes y ahora eso se nota a simple vista.
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"Yo compartí todas las inferiores con Julián y siempre digo que es un orgullo decir eso. Estoy muy contento por su presente, que siga así, que nosotros desde Calchín le mandamos todas las energías", comenzó diciendo un excompañero.
Y agregó: "Él es un tipo sencillo, humilde, tranquilo, pasa desapercibido, tiene una personalidad y una humildad bárbara".
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Luego, un directivo del club del pueblo recordó a aquel Julián que daba sus primeros pasos en el fútbol. Y cerró con una divertida anécdota: "En esta cancha él se formó, lo hemos visto casi siempre jugar. La mayoría de acá tenemos una foto con él de chico, porque era un pichón de crack y lo sabíamos. Después se fue para River".