Como miles de argentinos desperdigados por el territorio nacional, Luciano, Mariano y "Nano" tuvieron una epifanía: tenían que viajar a Buenos Aires para recibir a los campeones del mundo. En cuanto se confirmó el feriado decretado por el Gobierno Nacional, este trío de amigos de Alta Gracia se encaminó hacia la capital del país.
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Mate, criollitos y un equipaje armado a las apuradas bastaron para partir a las 3 de la madrugada del martes. "Fuimos directo a Buenos Aires y paramos en un hotel en Palermo", contó a ElDoce.tv "Nano", uno de los protagonistas de la historia.
Una vez en el epicentro de los festejos de la Scaloneta, los muchachos se instalaron en la avenida Leopoldo Lugones para esperar a los héroes de Qatar. Sin embargo, la decepción fue mayúscula cuando se enteraron que los jugadores no iban a pasar por allí y habían sido evacuados en helicóptero.
"Estábamos tristes porque no habíamos visto a los jugadores ni a Scaloni. Sentíamos que no habíamos participado del festejo en sí", explicó el cordobés. Resignados se fueron a dormir a su alojamiento. Sin embargo, una "mente brillante" marcó el camino de lo que sería una anécdota inolvidable.
Se prendió la lamparita
Cabizbajos y con la mente en retomar sus respectivas obligaciones, los chicos retornaban a Córdoba cuando se les ocurrió una gran idea: ya que se habían perdido de ver a Messi y compañía, decidieron ir al lugar donde reside el espíritu de la Scaloneta. Entonces los amigos encararon hacia Pujato, Santa Fe, ciudad natal de Lionel Scaloni.
"Llegamos al pueblo y fuimos preguntando a la gente para llegar a la casa de Scaloni y nos dijeron que nos íbamos a dar cuenta por la cantidad de las banderas que iba a haber en la casa", señaló.
Cuando llegaron al hogar del DT, tocaron timbre pero nadie salió a recibirlos. Esperaron un rato, insistieron y se sintieron hasta un poco desubicados intentando lograr su cometido. El paso del tiempo generó preocupación en los jóvenes ya que tenían que volver a sus respectivos trabajos, por lo que recurrieron a su "última bala". Había que llamar a Iván.
Iván es amigo de los tres cordobeses y es considerado como el amuleto de suerte del grupo. Lo llamaron y dos minutos después de cortarle, apareció Scaloni en la puerta de su casa. "Llegó con su hermano y un kilo de helado. Se ve que había salido a comprar", agregó al relato.
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Una vez cara a cara con su ídolo, Luciano, Mariano y Nano se sacaron una foto con el héroe de Qatar y se sorprendieron con su humildad. "Se manejó como uno más. Saludaba a todos los vecinos por el nombre, sin ningún problema", contó Nano, que volvió a Córdoba con "una de las alegrías más grandes de su vida".