Para muchos era el hombre-pájaro. Para otros un osado por las pruebas extremas que realizaba y luego se compartían hasta el cansancio en el mundo virtual de las redes sociales.
Se llamaba Alexander Polli y tenía sólo 31 años. Alguno podría decir que murió en su ley y que conocía claramente los riesgos de su actividad. Sin embargo, causó conmoción la confirmación de su muerte luego de estrellarse contra un árbol en un salto cerca de Chamonix, en los alpes franceses. Justamente el lugar es conocido por su peligrosidad. Allí, se concentran los saltadores BASE, aquellos que se animan a saltar desde un punto fijo y no desde un objeto en movimiento.
Su traje especialmente diseñado le permitía volar. De allí el apodo de hombre-pájaro. Su imagen y sus pruebas eran referencia en el deporte extremo.
Su muerte lo encontró haciendo lo que más le gustaba. Las personas que lo acompañaban no pudieron hacer nada para salvarlo y murió algunos minutos después. El golpe le provocó un serio daño cerebral. Cuando los equipos de rescate llegaron ya era muy tarde.
Su historia. Nació en Noruega pero fue criado en Italia. Desde muy pequeño se interesó por las alturas y se hizo mundialmente famoso cuando en el año 2013 saltó en caída libre a 250 kilómetros por hora por una cavidad de la roca foradada en Montserrat, de diez metros de algo y tan solo uno y medio de ancho. De esa, salió vivo.
Un número que preocupa. La de Polli es la duodécima muerte de deportistas de trajes de alas durante el 2016.