Parece una de esas tenistas que, con la raqueta en la mano, se ven los fines de semana en cualquier club de barrio. No por tener un juego simple y amateur. Todo lo contrario. La similitud de la talentosa líder del ranking mundial con estas mujeres está en la ropa: repite la misma vestimenta y no tiene sponsor.
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Durante todos los partidos que ganó para llegar a la instancia final del Abierto de Australia, Simona Halep usó un vestido rojo, sin marca, comprado en China. Este jueves, luciendo también en algún momento una visera con el logo del torneo, la rumana le ganó a la alemana Angelique Kerber en un reñido encuentro (6-3, 4-6 y 9-7).
El triunfo le dio el pasaje para definir el Grand Slam frente a la danesa Caroline Wozniacki (número dos de la WTA). Aunque no se trata de una cuestión de cábala, este sábado seguramente saldrá al Rod Laver Arena con el mismo atuendo que lució desde que llegó a Melbourne.
En esa instancia competitiva y con un mercado tan ávido de hacerse de símbolos ganadores en el deporte, suena extraño que una profesional no tenga auspiciantes. La misma tenista se encargó de aclararlo: simplemente rompió con la firma que la vestía.
Como no acordó un nuevo contrato, se metió a navegar en Internet buscando algún modelo. Hasta que encontró uno que le agradó en una página de costureras China y lo encargó vía web. En menos de 24 horas, recibió la prenda.
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“El vestido viene de China y siempre obtuve excelentes resultados allí. Tal vez debería mantenerlo por más tiempo. Veré en el futuro cómo sigo. Me gusta el vestido, me gusta el corte, me siento muy bien y estoy feliz de poder ganar tantos partidos con él", declaró la jugadora de 26 años.