El año 2005 quedará marcado a fuego para Mariano Puerta. El tenista nacido en San Francisco lo comenzó de la mejor manera con un título en Marruecos y una final en el ATP de Buenos Aires.
Pero tocaría el cielo con las manos en el mes de junio al llegar a la final del torneo favorito de todos los argentinos: Roland Garros. En frente estaba un joven tenista español de solo 18 años llamado Rafael Nadal.
El actual número dos del ranking mundial se quedó con aquella final en cuatro sets y levantó el primero de los doce trofeos que consiguió en el Grand Slam parisino.
Pese a la derrota en la final, el cordobés conseguiría un privilegio reservado para unos pocos tenistas. Mariano Puerta se metió en el top ten del ranking mundial y alcanzaría la mejor ubicación en su carrera: el noveno lugar.
Pero a los pocos meses su suerte cambiaría para siempre. En octubre se confirmó el doping del cordobés en esa final y se desmoronó su carrera. Dio positivo de etilefrina, un estimulante prohibido.
En diciembre de 2005, y por ser reincidente, la ATP le aplicó una sanción de ocho años que lo dejaba al borde del retiro. En julio de 2006, y luego de una larga batalla judicial, le redujeron la suspensión a dos años.
Luego del retiro, Mariano Puerta se mudó a Estados Unidos junto a su familia. En las últimas horas habló con el diario La Nación y admitió que mintió en su defensa.
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Durante el proceso judicial en 2006, el tenista dijo que en las horas previas al partido contra Nadal en París cometió un descuido y tomó agua del vaso de su esposa. Ella utilizaba una medicación para los dolores menstruales y ese día le puso unas gotitas a su bebida. Puerta declaró que compartió ese vaso y así ingresó en su cuerpo la sustancia prohibida.
La etilefrina se receta para tratar la presión arterial baja, pero está prohibida entre los tenistas porque también se utiliza como un poderoso estimulante cardiorrespiratorio.
El tribunal deportivo le redujo la sanción al determinar que la ingesta de la sustancia se produjo sin intención y constató que la baja concentración de la sustancia no era suficiente para obtener una ventaja deportiva.
15 años después de aquella definición el cordobés contó su verdad a La Nación: “La explicación que usamos como estrategia fue mentira. Pero no saqué ventaja deportiva. No quiero que me vean más como un tramposo”.
Desde Miami, el extenista contó cómo se originó el incidente ese año: “Durante la pretemporada me olvidé de comprar el frasco de cafeína y ginseng. Darío Lecman (su preparador físico en ese momento) me dice que tenía un amigo que trabajaba en un laboratorio, que le podía pedir que las hiciera. Le digo que sí y sigo normal”.
Según Puerta, esas pastillas estaban contaminadas y fueron las responsables de su doping: “Al que hizo las pastillas nunca lo conocí. Nunca supe su nombre, no ganaba nada yendo a pelear al flaco y exponerlo”.
“Con Lecman tuvimos una charla un par de meses después. Habló con el amigo y le dijo que era un frasco de cienc comprimidos, que los había hecho en cuatro días distintos y que en uno de esos días, probablemente, pudo haberse contaminado con partículas de esa droga”, agregó el oriundo de San Francisco.
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Sobre la decisión de cambiar la versión ante el tribunal de deportivo para buscar una quita en la cantidad de tiempo de la sanción el cordobés fue claro: “nosotros no podíamos hacer nada porque las pastillas no se habían comprado de forma legal. Mis abogados pensaron que no era conveniente desde el punto de vista estratégico ir con lo que pasó, que no iba a gustar”.
El 5 de julio de 2007 Mariano Puerta pudo volver a jugar al tenis profesionalmente, pero nunca pudo alcanzar un buen rendimiento. El mejor resultado desde su regreso fue ganar un Challenger en Bogotá en 2008.
Dicen que el tiempo es un buen consejero. Quizás fue esa la razón para que, 15 años después del doping positivo, el tenista nacido en San Francisco se anime a contar la verdad y cerrar un capítulo muy importante en su vida.