Un día de diciembre de 2016, con solo seis años, Jero recibió un disparo en su pie izquierdo. Escuchó los tiros cuando estaba en la puerta de la casa de la abuela, en la calle Manuel Castro de barrio San Jorge, y no llegó a entrar a tiempo. La bala le atravesó el pie y, por fortuna, no le quedaron secuelas.
Dos años después, el pequeño revivió el momento traumático. Este jueves a las 17, durante una aparente pelea entre bandas, se produjo un tiroteo a pocos metros de la casa de su tía en la calle Río Pasaje, también en ese barrio del noreste de la ciudad de Córdoba. Él estaba en la puerta hablando con sus primas. No tuvo tiempo de ingresar. Una bala impactó en su mano izquierda.
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"¡Por qué siempre me pasa a mí!", gritó el nene de ocho años cuando entró a la vivienda. Este viernes, Jero continuaba internado en el Hospital Infantil. Sufrió la fractura de dos dedos de su mano, el anular y el meñique. Aún no saben si le quedarán secuelas físicas. Pero lo que más preocupa son las secuelas psicológicas.
"Dios no nos quiere"
Por eso, profesionales de la salud mental siguen de cerca su caso y trabajan en su contención. "Dios no nos quiere", le dijo el niño a su tía cuando fue a visitarlo. Tiene motivos para pensarlo.
Zona roja. Según la tía del nene herido, ese mismo jueves ya se habían escuchado "bastantes tiros" a las 12 y a las 14, aproximadamente. "Mis nenes estaban adentro de la casa y Jero, que había vuelto de comprar un helado, estaba del lado de afuera de la reja", contó Ivana.
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"La Policía ya sabía que habían estado a los tiros y nadie hizo nada", afirmó. Para los vecinos, los sonidos de los disparos ya son cotidianos. En esa zona de barrio San Jorge, las balas marcan el compás de una triste y violenta canción que nunca acaba.
La familia del pequeño baleado aún no realizó la denuncia policial. Quieren que caigan los responsables, pero piensan que es muy difícil que suceda. Además, hoy, la prioridad es la salud de Jero. Y que vuelva a creer.