¿Hasta dónde la pasión puede nublar la razón? A este hincha de Talleres no le importó poner en riesgo su vida: simplemente se coló al estadio Morumbí y vio los minutos finales del histórico partido por Copa Libertadores ante San Pablo... Y rodeado de hinchas locales.
Franco Díaz envió un mensaje a El Doce y Vos para contar su increíble historia. El joven de 21 años viajó solo en colectivo hasta la gran ciudad brasilera para alentar a su equipo, pero no pudo conseguir su entrada. Eso hizo cometer una verdadera locura.
Sin importarle las consecuencias, cuando faltaban 10 minutos para que termine el encuentro, aprovechó la marea de hinchas de San Pablo que salían del estadio. "Vi que salía mucha gente y me metí por el medio caminando, había como 20 policías pero no me pararon", contó a ElDoce.tv.
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Una vez adentro, caminó hacia el final de la platea y se quedó bien pegado a la baranda y justo en el límite que separaba las hinchadas. Veía de cerca a los cordobeses, pero estaba del lado de los brasileros, callado y esperando no ser descubierto: tenía la camiseta de la T debajo de su buzo que, por fortuna, era bordó.
Cuando iban 40 minutos del segundo tiempo y la tribuna había quedado casi vacía, la emoción por la clasificación lo superó. "Estaba parado contra la baranda para que no me vean, adelante de todos. Y mientras lloraba, cantaba", afirmó. Un fotógrafo, que primero lo retó por su actitud, terminó conversando con él y retrató ese momento de felicidad.
Salir del estadio era otro problema, pero la fortuna acompañó otra vez al fanático matador. "Un guardia de seguridad me dijo que era de Corinthians (otro de los grandes equipos de San Pablo) y me hizo pasar para donde estaba la hinchada de Talleres (que salió del estadio varios minutos después por seguridad)". Ahí se sacó el abrigo, mostró su camiseta con orgullo y respiró más tranquilo.
¿Fuiste consciente de que pusiste en riesgo tu vida? "Después tomé dimensión de lo que hice. Cuando estaban todos, si un hincha de San Pablo me llegaba a preguntar algo o pedir fuego o lo que sea, con decir 'a' se iban a dar cuenta y me iban a matar", reconoció Franco.
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"Con todo lo que sufrí viendo a Talleres en la tercera categoríaa yendo a todos los partidos hasta jugando por nada... Sentí que tenía que entrar como sea", cerró. ¿Más pruebas de su fanatismo? Se hizo un tatuaje con el autógrafo que el Cholo Guiñazú le hizo en su pierna.