A todos nos regalabas la broma, nos acompañabas unas cuadras, nos contabas que estabas seco y te marchabas con los pesitos justos para el café en busca de otro amigo.
Compañero silencioso y respetuoso en los bares, memorizador gracioso de cuanta picardía te transmitían.
Serás el recuerdo amable de una ciudad cariñosa y cálida que cambió el elegante centro de las galerías interminables por el frío desfiladero de los shopping.
La O’Higgins te recordará, pituco y bien peinado esperando el colectivo para llegar al centro, fuiste el campeón de viajar gratis, tu pago siempre fue la sonrisa y no hubo un solo chofer que se haya negado a canjear la ternura por un cospel. Te sabías todas las marcas de cigarrillos, de autos y de aviones, cantabas folclore, amabas el cinerama y si tus zapatos pudieran convertirse en gps podrían pintar el mapa más completo del centro de la ciudad.
Tuve la suerte de conocerte, de acompañarte y guardo un retrato con tu rostro que me llena de ternura, esa que vamos perdiendo y que tu inocencia multiplicaba.
Me toca,tristemente,no poder despedirte, estoy lejos, dolorido, triste. Una lágrima me acompaña.
Querido Huguito, te debo para la próxima el Violoncello que tanto me pedías.
Gracias por enseñarnos que son muchas las cosas que se pueden reemplazar con ternura.
Aldo Guizzardi