Esta decisión se tomó luego de la gran afluencia de estudios que relacionan al consumo de azúcar con la obesidad, la diabetes, enfermedades cardiacas, el cáncer y la demencia. Una vez efectuada la prohibición, el consumo de estas comidas disminuyó un 50%, y tanto el equipo docente, como el no-docente y los estudiantes bajaron de peso.
Ahora bien. Con todos los estudios que han surgido, ¿cuanto tiempo va a pasar hasta que se prohiba la venta de gaseosas y golosinas en hospitales, farmacias, escuelas y lugares de trabajo?
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