En medio de una crisis económica de proporciones gigantescas, los argentinos deben elegir entre el fracaso del oficialismo y la hipocresía de Alberto Fernández. Casualmente la misma hipocresía demostrada por el ex-presidente Perón en los setenta, cuando en un momento dijo "Para los amigos todo, y para el enemigo nada, ni justicia", pero después se sacó una foto con Ricardo Balbín, su adversario radical.
Ahí está el problema de Fernández, un abrazo no lo convierte en nadie a nada, solo lo hace una mejor persona. La postura del candidato a presidente por el Kirchnerismo pretende quemar puentes por simples diferencias en ideas con otros sectores del peronismo. Y así nunca se va a llegar al nuevo contrato social que tanto esperan.