Reconociendo que el reclamo salarial es justo, el problema más grave del conflicto del transporte es la desobediencia de la ley. El gremio de UTA en Córdoba se encuentra intervenido, se declaró la conciliación obligatoria y desconocer estas dos consignas convierte a la ciudad en la anarquía. Los dirigentes sindicales tienen una gran responsabilidad que hasta ahora no ha quedado demostrada. ¿Habrá alguien que se pare en la cordura y reconozca que están fuera de la legalidad? Los delegados tienen la gran oportunidad para demostrar que pertenecen a una nueva generación que utiliza herramientas alejadas de la violencia y siempre cercanas al diálogo. Esta es una película de los 70´s que ya vimos. La pregunta ahora es si tendremos la experiencia suficiente para vencer las ambiciones personales en donde prime la responsabilidad social.
Editorial