Flojos de convicciones, vencidos por el poder y cuyo valor máximo es el atril, los gremios agrupados en la CGT realizaron un bochornoso acto. Lo que debería ser un reclamo genuino sobre la apretada situación económica que viven todos los trabajadores se convirtió en un tremendo mamarracho. Macri aprovechó la brecha de la debilidad de los gremios y la complicidad de los viejos representantes para asegurar que los sindicalistas ponen piedras en la rueda.
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