En Salta, una jueza de familia se encontró ante esa misma situación, pero su modo de actuar la separó de otros jueces: Ella entró a la casa del padre y le exigió entregar al niño en un plazo de 5 minutos, todo esto a los gritos y agarrando de los pelos al infante. Luego de que se hicieran públicas su acciones, se inició una investigación para analizar sus responsabilidades frente al caso, en la que eventualmente se puede llegar a pedir su renuncia.
