La sociedad de Río de Janeiro no sale de la conmoción por el envenenamiento de dos niños que comieron bombones infectados con raticida. Uno de ellos murió horas más tarde y el otro está internado en grave estado.
De acuerdo a lo que precisó el comisario Marcos Henrique Alves al medio local g1, una mujer desconocida se los regaló. La víctima fue identificada como Ythallo Raphael Tobías Rosa (7) y el niño que sobrevivió es Benjamim Rodrigues Ribeiro (6).
+ MIRÁ MÁS: Error garrafal y tragedia: un león mató al cuidador de un zoológico que lo alimentaba
“Esta mujer habría pasado en moto y se detuvo, encontró a los nenes y les ofreció dulces”, comentó e informó que están buscando las cámaras de la zona para dar con la sospechosa y el momento en el que comieron los dulces.
Un primo de Ythallo dijo ante la Policía de Brasil que estaban jugando en la calle cuando la mujer que iba en moto con casco y guantes frenó para ofrecerles golosinas. Él se negó pero el otro niño los comió. Habrían estado envueltos en un plástico.
“Ythallo tomó un bombón, lo mordió y luego lo compartió con Benjamin”, detalló el comisario Alves.
Síntomas y tragedia
Horas después de haber comido los chocolates, ambos niños que concurrían juntos a la Escuela Municipal Rostham Pedro de Farias presentaron algunos síntomas de intoxicación. El lunes por la tarde fueron a un centro médico, donde Ythallo sufrió un paro cardiorrespiratorio y murió. En tanto, Benjamim fue trasladado a otro hospital por su grave cuadro y permanece internado en terapia.
Según contó la abuela del sobreviviente, al llegar a su casa se encontró con su nieto “babeando un poco” y que con el paso de las horas su piel se tornó azul. “Los síntomas de los nenes eran muy similares. Ambos vomitaban, se desmayaban”, añadió el papá del pequeño de 6 años.
Una autopsia realizada en el cuerpo del niño fallecido mostró que tenía “partículas granulares de color marrón” en la tráquea y el estómago. Ese material está siendo analizado para confirmar si se trata de raticida.
“Es muy cruel. Decir que es un acto cobarde es un eufemismo. No sé más qué decir”, lamentó su madre Monique Tobias, y siguió: “Ythallo era juguetón, sonriente, conocido por toda la comunidad, querido por todos. Jugaba con todos”.