Después de décadas de espera, Italia finalmente dio luz verde a un ambicioso proyecto: un gigantesco puente colgante que unirá Sicilia con el continente. El gobierno aprobó una inversión de 15.500 millones de dólares para concretar esta megaobra, que será la más larga de su tipo a nivel mundial.
La estructura atravesará el estrecho de Messina, conectando la ciudad siciliana de Torre Faro con Villa San Giovanni, en Calabria. El diseño incluyó una longitud total de 3,66 km, con un tramo central suspendido de 3,3 km, lo que lo posicionaría por encima del récord actual que ostenta Turquía.
El puente contó con un esquema pensado para el alto tránsito. Incorporó seis carriles —tres por sentido, incluyendo uno de emergencia— y dos vías ferroviarias. Según estimaciones oficiales, la capacidad diaria podría alcanzar los 6.000 vehículos por hora y hasta 200 trenes.
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Sus torres metálicas se alzarán hasta los 399 metros, y el conjunto fue diseñado para resistir movimientos sísmicos de gran magnitud y ráfagas de viento de hasta 300 km/h. Se trató de una obra pensada para una zona geológicamente compleja y vulnerable.
Más allá de su magnitud técnica, el proyecto desató críticas. Ambientalistas advirtieron sobre el impacto ecológico, y expertos expresaron dudas sobre los costos reales. También surgieron temores respecto a posibles interferencias del crimen organizado en las obras.