Los mexicanos no salen de la conmoción e indignación por la irresponsabilidad de un conductor. Todo comenzó cuando Iván Borbolla pidió prestada una Ferrari 458 Spider valuada en 300 mil dólares para probarla, ya que la iba a comprar un amigo.
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En la ruta entre Ciudad de México y Acapulco, en el estado de Morelos, alcanzó los 230 kilómetros por hora. La velocidad fue fatal: perdió el control, impactó contra un muro de contención y terminó chocando contra un colectivo.
Herido, el conductor logró escapar de la Ferrari, que se prendió fuego. Pero, en una actitud despreciable, abandonó a las dos mujeres que viajaban con él, que quedaron atrapadas y sufrieron quemaduras en el 90 por ciento del cuerpo.
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Mientras guardaespaldas del amigo millonario rescataban a Borbolla, el tiempo que transcurrió le provocó la muerte a Dayana Sánchez, de 22 años, y Zaira García Guzmán, de 29. Eran colombianas nacidas en Medellín.
Horas más tarde el asesino al volante fue detenido en un hospital de Morelos. Lo habían internado porque tuvo serias heridas. La justicia lo imputó por homicidio culposo por tránsito de vehículos.