Entre los miles de varados argentinos en el mundo, la historia de Isabel Ribotta conmueve especialmente. A sus 78 años, tuvo que soportar la muerte de su marido tras llegar en un crucero a Italia y allí sigue sola, en cuarentena y solo con una muda de ropa.
"Como se cerraron varios puertos, el crucero atracó en Génova. Se fletaron tres vuelos a Argentina, pero mi marido comenzó ese día a bajar sus defensas, a no poder respirar bien. Los médicos no autorizaron que viajáramos, solo llevaron nuestras maletas y nos quedamos con lo puesto", relató en Arriba Córdoba.
"No nos quisieron bajar en Génova por lo peligroso que era. El barco continuó con nosotros y otros pasajeros hasta Civitavecchia. Nos bajaron y subieron a una ambulancia. Él me dijo que tenía frío y fue lo último que supe, al llegar al hospital me sacaron afuera de muy mal modo", contó.
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La baja temperatura y la desidia de los responsables del crucero complicaron aún más todo: "Me quedé paradita sola en la oscuridad, sin saber nada, con muy poca ropa y muerta de frío. La gente del crucero, a las 00.30, me recogió en la calle para llevarme al hotel adonde estoy hoy. Nunca más vi a mi esposo".
Test negativo
Isabel aclaró que el análisis de coronavirus a su esposo dio negativo. "Le hicieron tres. Tuvo una bronquitis por los cambios de temperatura, pero su salud no era óptima", lamentó.
Ahora, pasa sus días encerrada y a la espera de una solución: "A la noche me lavo la ropa y si no se termina de secar me la tengo que poner húmeda, es la única ropa que tengo. Desde el barco me hicieron llegar artículos de tocador, unas medias y un par de bombachas. Nada más".
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