Italia superó los 70 mil muertos desde que comenzó la pandemia del coronavirus el 21 de febrero. Con nuevas cuarentenas especiales para las fiestas, el país se prepara para la Navidad más triste desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
Para ello el gobierno, ha creado cuatro días de zonas “rojas” el 24,25,26 y 27, en el que la población estará obligada a permanecer en sus casas. Solo se puede pasear en los alrededores, salir a hacer compras en los negocios alimentarios, las farmacias y los quioscos de diarios. No se puede utilizar el automóvil ni ningún otro medio, especialmente para cambiar de región o de municipio.
Habrá un ejército de policías y militares para controlarlo todo. Bares, restaurantes y negocios no imprescindibles estarán cerrados. Quien salga a pie o en automóvil debe autocertificar los motivos o pagar multas de entre 400 y 3000 euros.
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A las 22, como ocurre desde hace meses, comienza el toque de queda que se prolonga hasta las cinco de la mañana.
Se recomienda que no más de cuatro o cinco personas participen de las fiestas familiares. “No salgan de sus casas” es el imperativo.
El miedo por la llamada “variante inglesa” en Europa, una mutación que hace un 70 por ciento más contagioso el virus, han terminado por dominar totalmente la vida de los italianos.
Lo cierto es que la única esperanza concreta en Italia y en el mundo, es la vacuna. La vacunación masiva de la población de este país de 60 millones de habitantes, hasta ahora, es la única arma para vencer al virus.
A Italia llegarán el sábado las dosis desde la fábrica de Pfizer en Bélgica, que serán distribuidas en las veinte regiones.
Para obtener la llamada “inmunidad comunitaria”, que proteja a los 60 millones de habitantes de Italia del coronavirus, es necesario vacunar a 42 millones, o sea el 70% de la población. Algunos funcionarios creen que este objetivo se conseguirá en el último trimestre del año.