No son imágenes sacadas de ninguna película. Se trata de uno de los gustos más extravagantes de Pablo Emilio Escobar Gaviria, "el Patrón" del narcotráfico mundial durante la década del 80 y principios de los 90.
Responsable de haber metido toneladas de cocaína en Estados Unidos, el colombiano amasó una fortuna difícil de calcular, aunque las estimaciones hablan de 30 mil millones de dólares. Además de montar una guerra contra el Estado de su país para evitar ser extraditado, lo que costó miles de vidas, el criminal también gastó su dinero en placeres excéntricos hasta para las personas más millonarias.
Uno de esos fue instalar un zoo en la famosa Hacienda de Nápoles. Tras comprarla en 1978, Escobar arregló la mansión colonial, construyó una piscina fenomenal y dedicó días enteros a cuidar el parque de varios kilómetros cuadrados.
Elefantes, cebras, rinocerontes, hipopótamos, jirafas, caballos y aves de todo tipo y color fueron traídos desde distintas partes del mundo para satisfacer "al Patrón". Inclusive, la anécdota cuenta que el cargamento con cebras fue decomisado por las autoridades y, para recuperarlas, las hizo reemplazar por burros pintados de blanco y negro.
En ese lugar, como en otras fincas en la selva colombiana, Escobar pasó gran parte de los últimos años de su vida. En 1993 fue encontrado en el corazón de Medellín tras varios años en la clandestinidad y murió durante un tiroteo con las fuerzas de seguridad.