Turki bin Abdullah es un joven príncipe saudí, billonario y ostentoso. Desde su red social, Instagram, muestra su colección de autos premium de lujo enchapados en oro.
En su vida diaria priman la abundancia y la exuberancia. Su condición de príncipe de la realeza saudí le permite desplegar toda la obscenidad de su riqueza.
Londres fue el último escenario donde se paseó a bordo de cuatro autos dorados: un Lamborghini Aventador, un Mercedes Benz G63 AMG 6x6, un Bentley Flying Spur y un Rolls-Royce Phantom.
En la capital británica se realiza un evento bianual en la que se recibe a jóvenes ostentosos con deseos de exhibir su riqueza en autos. Turki estacionó su flota exótica frente al hotel Jumeirah Carlton, donde se hospedó. A pesar de contar con estacionamiento privado, eligió montar un espectáculo para los londinenses que quieran ver sus autos.
Los 576 dólares de multa que recibió periódicamente por mal estacionamiento resultan insignificantes en comparación al valor total de sus coches, cotizados en miles de millones de dólares. A estos gastos, se suma la cantidad de dinero que debe gastar para transportar sus vehículos. Vuela por Qatar Airways a través de un Boeing 787 diseñado, específicamente, para este propósito.