Una historia que emociona y sirve de ejemplo para repensar cada situación y problema que se nos presenta en la vida. Muchas parejas desean ser padres y formar una familia, pero cuando se enteran que el pequeño que está por llegar al mundo sufre alguna enfermedad, intentan dar marcha atrás.
Sin embargo, Abbe y Robert tuvieron una gran idea e hicieron muy felices a otras personas. Ella atravesaba la semana 19 de gestación, pero algo se complicó y el médico le advirtió que la beba tenía una enfermedad terminal que le impediría desarrollarse.
La pequeña sufría anencefalia, lo que provoca que nazca sin cerebro, cráneo ni cuero cabelludo. A pesar de esa triste noticia, la mamá decidió no abortar y dar a luz. La niña, que murió en los brazos de su madre 14 horas después de nacer, se convirtió en un milagro para que otros niños vivan.
Abbe decidió donar los órganos de su hija a otros niños con malformaciones y que realmente necesitaban de su ayuda. "El 95% de las mujeres habría decidido abortar, pero yo decidí no hacerlo. Tengo la suerte de tener un marido increíblemente bueno y solidario y dos hijas sanas para abrazar cuando no podía parar de llorar. Los médicos me dijeron que Annie no sufriría ningún dolor", relató la mujer.