Francia vive un momento escandaloso por una polémica ley que encubre a agresores de niños. En abril pasado, una nena de 11 años fue convencida por un hombre de 28 años, padre de dos hijos, de acompañarlo hasta su casa, ubicada en los suburbios parisinos.
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Era la tercera vez que se encontraban. “Voy a enseñarte cómo se besa”, le dijo a Sarah, con quien tuvo sexo en la escalera del edificio donde vive. Después de ese aberrante episodio, la dejó ir. La pequeña llegó a su casa en estado de shock y le confesó a los padres lo que había sido violada.
Inmediatamente su familia realizó la denuncia. Cinco meses después de semejante vejación hacia la niña, la Justicia rechazó la acusación contra el depravado, argumentando en que hubo consentimiento.
La legislación francesa considera violación a un acto sexual cuando hay violencia y coerción. Por lo que los fiscales a cargo del caso insistieron en que no hubo evidencias de que el hecho fue violento o que el agresor la hubiera amenazado de alguna manera.
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Por esta razón, el hombre irá a juicio por abuso de menores con una pena máxima de cinco años de cárcel. La familia, indignada, repudió la decisión. Como el hecho tomó estado público, organizaciones defensoras de los derechos de los niños reclaman la modificación del marco legal.