La flota norteamericana sube su poder de fuego, en la región de conflicto, con la llegada de un buque sumergible armado con misiles. El submarino USS Michigan se suma así al poderoso portaaviones USS Carl Vin, uno de los mayores del mundo, que Corea del Norte había amenazado con hundir.
"Nuestras fuerzas armadas borrarán sus posiciones ofensivas de la faz de la tierra con poderosos ataques nucleares preventivos", dijo el ministro norcoreano del Ejército, Pak Yong-sik mientras el submarino atracaba en la ciudad de Busan.
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La escalada del malestar en la zona se sigue acrecentando. Este miércoles, Corea del Norte anunció que, con la excusa de conmemorar el aniversario 85 de la fundación de su Ejército, realizó maniobras militares con alto poder de destrucción. El sonido de los disparos de más de 300 armas de artillería de alto calibre autopropulsadas en su costa, llegó a oídos del gobierno de Washington.
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Por su parte, EEUU redobló la apuesta y trasladó parte del sistema de Defensa Aérea de Alta Altitud Terminal (THAAD, por su sigla en inglés) en Corea del Sur, a la zona fronteriza donde la amenazada norcoreana es más intensa.
El rol de ambos países ha tenido repercusión internacional. Mientra Trump exige sanciones al régimen de Pyongyan, China, su principal aliado, ha criticado el desarrollo de armas en la región y asegura que la carrera armamentaria ha puesto en jaque la paz.
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En este juego de quién amedrenta más al otro, el régimen chino se ha sumado al juego, botando al agua a un buque de propulsión convencional que transportará aviones de combate. Aunque las Fuerzas armadas del gigante asiático están muy lejos de compararse con la nación de América del Norte.
La comunidad internacional teme que el gobierno de Kim Jong realice una nueva detonación atómica que pueda llevar el conflicto a un punto sin retorno.