"Mis hijos se resbalaron de mis manos. Estaba oscuro y todo el mundo gritaba. Por eso no pudieron oír mi voz". Las palabras de Abdullah Kurdi le dan aún mayor dramatismo a la muerte del pequeño de tres años, cuyo cuerpo sin vida apareció en las costas turcas y conmocionó al mundo entero.
En la tragedia no sólo murió Aylan. También se ahogaron su hermano Ghaleb, de cinco años y la madre de ambos, Rehan, de 27. La familia huyó de la ciudad de Kobane, que fue arrasada por el extremismo islámico y embarcó rumbo a Grecia pero el bote en el que viajaban se hundió.
En total, fueron doce los refugiados sirios que murieron cuando intentaban llegar a la isla griega de Kos. La precaria embarcación se dio vuelta 30 minutos después de partir. Sólo unos pocos pudieron sostenerse aferrados a lo que flotaba. Abdullah nadó y flotó como pudo, pero el resto de su familia murió ahogada.
"Teníamos chalecos salvavidas, pero el barco se hundió porque varios se levantaron. Yo sostenía la mano de mi mujer. Pero mis hijos resbalaron de mis manos", declaró a la agencia Dogan. El hombre salvó su vida y en el hospital se enteró del trágico final de su familia. Con el dolor a cuestas, relató la tragedia:
La hermana de Abdullah vive en Vancouver. Ella había presentado una solicitud al gobierno de Canadá para que acepten a su familia pero fue rechazada en junio. Tal vez, fue la sentencia de muerte para la familia. La imagen del cuerpo de Aylan se ha convertido en un símbolo del drama de los inmigrantes que buscan llegar a Europa a cualquier precio.