Una familia británica no sale del inmenso dolor y una clínica quedó bajo la lupa. Louella Quigley era una beba de dos meses que nació con una enfermedad cardíaca. Pese a que debía ser controlada por médicos podía llevar una vida normal.
Días atrás sus padres la llevaron a una guardia por problemas respiratorios, fue diagnosticada con bronquiolitis y debió quedar internada. Mientras estaba bajo tratamiento murió de forma repentina y causó conmoción.
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La investigación por su muerte derivó en una fuerte conclusión por parte de los médicos forenses: si se revisaba la máquina de monitoreo se podría haber evitado la tragedia. “Los enfermeros la habrían apagado”, informó la Policía.
Según consta en el expediente, Louella tenía fiebre y una frecuencia cardíaca alta. Un enfermero la estaba controlando pero de un momento a otro no lo hizo más y cerca de las 9 la mamá, Casey Quigley, la encontró sin vida.
“Ella simplemente no respondía”, relató al medio The Sun y contó que corrió hacia el pasillo para pedir ayuda. Los médicos fueron rápidamente a la sala pero no pudieron reanimarla.
La investigación sostiene que la máquina que monitoreaba a la beba sonó varias veces y alertó a los enfermeros sobre la saturación de oxígeno, la frecuencia respiratoria y cardíaca y los niveles de presión arterial. Pero los avisos habrían sido silenciados y no pudieron salvarla a tiempo.
En ese sentido, quedó expuesta la declaración de un testigo que dijo haber escuchado a una enfermera decirle a la mamá de la niña que “debía estar harta de escuchar ese pitido” que provenía del artefacto.
“Es razonable concluir que si las alarmas no se hubieran silenciado en el monitor, habrían alertado al personal sobre el colapso y habrían trabajado con ella durante algún tiempo y su vida se habría prolongado”, expresó el forense a cargo, John Pollard. Y aclaró que aunque hubo “negligencia” Louella murió por causas naturales.
Por el fallecimiento no hay ninguna persona detenida ni imputada y tampoco lo habrá. “El único pequeño consuelo que tenemos es que la investigación y nuestro caso legal podrían evitar que les suceda lo mismo a otros bebés vulnerables. Esa es nuestra única esperanza”, cerró la mamá.