Entre fines del siglo XIX y la década de 1990, cerca de 6 mil menores fallecieron en manos de “escuelas residenciales” en Canadá. Estas instituciones fueron impulsadas por el Gobierno local y administradas por la Iglesia Anglicana y el Vaticano, y su objetivo era forzar parámetros culturales en los pueblos originarios.
Con el objetivo de intentar enmendar este atroz capítulo, el papa Franciscó viajó el domingo pasado a la localidad de Maskwacis, en la provincia de Alberta del país norteamericano. Allí pidió disculpas por “el mal cometido por tantos cristianos contra los pueblos indígenas” y su “destrucción cultural”.
Participó de una oración silenciosa en el cementerio donde se encuentran enterradas varias de las víctimas y pronunció un discurso frente a 15.000 personas. En ese grupo había miembros antiguos alumnos de los pensionados indígenas.
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Jorge Bergoglio le “imploró” a Dios por “el perdón, la sanación y la reconciliación”. En línea con esto, remarcó: “Es justo hacer memoria, porque el olvido lleva a la indiferencia. Lo opuesto a la vida no es la muerte, es la indiferencia a la vida o la muerte”.
El sumo pontífice ya había expresado su postura sobre este asunto en abril, cuando prometió efectuar este viaje al que llamó “peregrinación penitencial”. Esto representa un cambio histórico en la tradición del Vaticano, que hasta el momento se había rehusado a reconocer este episodio.
El papa se mostró con los líderes de las organizaciones indígenas que impulsan este histórico reclamo. George Arcand Jr., gran jefe de la Confederación de Primeras Naciones del Tratado n. 6 dijo que esperan que esta visita “sea el inicio de un cambio en la historia (...) y una forma de comenzar nuestro viaje de sanación”.