Desde los primeros lanzamientos de cohetes espaciales por parte de los Estados Unidos y la Unión Soviética, entre los 50´s y los 60´s, la industria aeroespacial creció exponencialmente. Numerosas hazañas tecnológicas han pasado a la historia: satélites, telescopios, misiones tripuladas y más.
Si bien la carrera espacial siempre fue liderada por los gobiernos nacionales, el sector privado empezó a ser un competidor serio con la llegada de Space X, la empresa del multimillonario Elon Musk. Ella es la responsable del próximo despegue Starship: la nave espacial más grande jamás construida.
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Diseñada para transportar cargas útiles y astronautas a Marte y la Luna, estaba por tener su primer despegue de prueba con las dos partes juntas: el cohete propulsor y la nave. Sin embargo, por el momento está cancelado.
"Una válvula presurizante parece estar congelada, por lo que, a menos que comience a funcionar pronto, no se lanzará hoy", publicó Elon Musk en Twitter momentos antes del comienzo de la misión.
El objetivo original de este primer intento es evaluar las características del vuelo sin nadie ni nada a bordo. A pesar de haber sido pospuesto, el plan sigue en pie.
La sede del lanzamiento serán las instalaciones que la compañía tiene en Boca Chica, en el estado de Texas.
Starship es la nave propiamente dicha y el cohete propulsor se llama Super Heavy. Mientras que éste se desprenderá y tras 169 segundos de vuelo apagará sus 33 motores para caer en el Golfo de México, aquella encenderá sus otros seis para continuar su viaje hacia la órbita espacial. Después volverá a ingresar a la atmósfera con el objetivo de aterrizar verticalmente cerca de Hawái, lo que produciría un evento explosivo.
El amerizaje debería ocurrir 90 minutos después del despegue, según lo planeado.