El vuelo AF 447 de Air France que estaba recorriendo el tramo Río de Janeiro-París la noche del 1 de junio de 2009, desapareció del radar en en el medio del Océano Atlántico. Durante casi dos años practicamente no hubo rastros de las 228 personas a bordo ni tampoco de la aeronave, hasta que se encontraron algunas partes de esta, incluida la caja negra.
Entonces los investigadores propusieron la hipótesis de una combinación de fallas. Ciertos sensores se congelaron durante la tormenta y sumado a eso los pilotos, desorientados, tomaron malas decisiones. Esto contrastó con la acusación que pesaba sobre Air France por no haber instruido bien a los comandantes y sobre Airbus por ser responsable del desperfecto técnico.
Los pilotos eran Marc Dubois, de 58 años, David Robert, de 37, y Pierre-Cedric Bonin, de 32. Las pericias concluyeron que los dos primeros se quedaron dormidos cuando deberían haber estado piloteando. De esta manera Bonin, el meno experimentado de los tres, tomó el mando en un momento muy complicado del vuelo.
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“Hemos perdido la velocidad”, se escucha la voz de un piloto en la grabación de las cajas negras, y luego un comando de voz que advierte: “Pérdida, pérdida, pérdida”. Mientras tanto el avión se mueve directo hacia el Atlántico.
“¡Mierda, vamos a estrellarnos! No es verdad... ¿qué está pasando?”, alcanzó a pronunciar Robert cuando la situación era irreversible.
“Mierda, estamos muertos”, agregó uno de ellos, cuya voz no pudo ser identificada.
Mientras que Air France y Airbus responsabilizaron, apoyados en estas pruebas, a los pilotos, los familiares de las víctimas no están de acuerdo con esa postura ni mucho menos con el fallo que la avala. Insisten en la falta de responsabilidad institucional.