La carrera por sacar al consumo drogas nuevas no tiene fin. Desde que los sumerios empezaron a consumir opio como analgésico, pasando por el descubrimiento de la morfina a principio del siglo 19, hasta las actuales pruebas en tubos de ensayos, las drogas son cada vez más nocivas, adictivas y efectivas.
Como en un cuento de Alejandro Dolina, esta sustancia sería como el antihéroe del "Ángel Gris". Aunque, cambia la denominación por el nombre de "muerte", conserva el color "gris", propio de la adaptabilidad. La producen científicos (o "refutadores de leyendas" como los llama el escritor argentino) para actuar sobre el cuerpo y alma de los "hombres sensibles".
A tal punto ataca la sensibilidad, que salió a la luz en plena crisis económica de los Estados Unidos, afectando, principalmente, a la clase media.
El compuesto está elaborado con heroína, fentanilo (opiáceo poderoso), carfentanil (tranquilizante que se utiliza para dormir un elefante) y un opiáceo sintético denominado U-47700, Pink (Rosa) o U-4.
Con la apariencia de cemento, en polvo o compacto, se inyecta, aspira, traga o toca. En cuanto al último sentido, la toxicidad puede absorverse a través de la piel.
El mercado negro saca constantemente nuevas composiciones sintéticas. El control llega mucho más tarde que el diseño y producción de los elaboraciones químicas. Los instituciones públicas de los estados más preocupados por este tema no pueden saber con exactitud de qué están compuestas estas innovaciones.
Los adictos nuevos son verdaderos "conejillos de indias" de los experimentos de estos científicos del "breaking bad" (en español, hacerse malo). Hasta el momento, tampoco se sabe con certeza que peligro tiene las intoxicaciones derivadas del consumo de "la muerte gris". Aunque se asegura, que el efecto negativo es superior al de la morfina, heroína o cedeína.
En 2015 se produjeron 33 mil muertes en EEUU por consumo de opiáceos. El nuevo cóctel, también conocido como "droga de la deseperanza", está haciendo subir las estadísticas anteriores.
Aunque el costo es de 20 dólares, especialistas creen que es difícil que entre de manera significativa en Argentina. Porque no es habitual el consumo de esta clase de drogas en el país. Lo mismo, recomiendan que las autoridades sanitarias se pongan en el máximo nivel de alerta.