El gigantesco barco de casi 3 cuadras de largo era un paraíso para los amantes de los viajes de placer. Tenía 1.500 camarotes y 58 suites y a pesar de que transitaba en pleno invierno, iba casi lleno: viajaban a bordo más de 4.200 pasajeros y tripulantes.
Una situación insólita terminó con el barco estrellado contra las rocas: el 13 de enero de 2012 a poco de partir del puerto de Civitavecchia (cerca de Roma) el capitán decidió pasar cerca de la isla de Giglio con un triple objetivo, saludar a un ex capitán, homenajear al jefe de los camareros que era de ese lugar y promocionar al barco.
Algo salió mal. El capitán Schettino estaba con una llamada telefónica y posiblemente distraído con su amante moldava y cuando se acercó al puesto de mando se dio cuenta de que estaban demasiado cerca de la costa. Ordenó algunos cambios de rumbo que no fueron suficientes. Y encima algunas de sus órdenes fueron malinterpretadas y no se implementaron. El resultado fue que el barco esquivó algunas rocas, pero chocó con otras a unos 30 km por hora. Eso provocó daños en 4 compartimentos, cuando el barco está diseñado para soportar orificios en no más de 2. Las aguas del mar Tirreno empezaron a inundar al barco.
+ MIRÁ MÁS: Repasá todos Los Tesoros del Archivo de El Doce
Mientras se hacían distintas maniobras, el responsable del barco minimizó la situación ante sus superiores y ante los pasajeros y solo pidió auxilio a las autoridades del puerto cuando era demasiado tarde.
El capital Francesco Schettino sostuvo que todo se trató de un accidente banal provocado por fallas de comunicación de la tripulación que no le informaron correctamente de la situación y en el caso de uno de ellos, que no comprendió correctamente las instrucciones que se le daban.
Mientras el agua no paraba de entrar por los boquetes y la nave se iba inclinando lentamente, hubo marchas y contramarchas en la evacuación que complicaron la salida de todos los pasajeros. Primero se los convocó a los puntos de reunión de emergencia, pero se los envió a los camarotes. Pocos minutos después se dio la orden de evacuación. Finalmente, el barco se recostó sobre uno de sus flancos, pero ya era tarde para que todos lograran salir. Un grupo de pasajeros murió ahogado en el interior. Otros, que cayeron o se tiraron a las frías aguas en la noche, murieron sumergidos por las corrientes que generó el barco al volcar. Fueron en total 32 muertos de distintas nacionalidades. Entre las víctimas fatales no estuvo ninguno de los casi 20 argentinos que iban a bordo. Sin embargo, todos ellos vivieron una situación dramática, como relataron a su regreso al país. Así lo refleja el informe de Fredy Bustos para los noticieros de El Doce realizado pocas horas después del accidente.
+ VIDEO: el recuerdo del hundimiento del crucero:
Poco después se conoció que la tarea del capitán no se había limitado a la impericia en el manejo de la nave y en la evacuación: se fue del crucero cuando aún había cientos de personas a bordo. El jefe del puerto de Livorno, el oficial Gregorio de Falco le gritó airadamente que volviera al barco de inmediato para coordinar el escape de quienes todavía no lo habían hecho. Pero Schettino nunca acató la orden. El oficial De Falco desvió barcos que había en la zona para colaborar con el rescate y envió lanchas patrulleras y helicópteros desde distintas localidades para ayudar en las tareas de salvamento. Los italianos lo consideraron un héroe por su actuación.
En el juicio que se llevó a cabo en 2015, el capitán Schettino fue condenado a 16 años de cárcel, sentencia que fue confirmada por instancias superiores en 2017.
Las tareas de reflotamiento del barco se llevaron adelante en 2015 y costaron nada menos que 600 millones de euros y la vida de un submarinista español que sufrió un accidente. Luego el barco fue trasladado hasta la zona de Génova donde fue desguazado totalmente. Gran parte del acero y los materiales del barco fueron reciclados. De cualquier manera, estas tareas costaron nada menos que 1.000 millones de dólares, el doble de lo que había costado su construcción.
La empresa italiana Costa, titular de la nave, propiedad del consorcio Carnival, sufrió grandes pérdidas, pero se recuperó y está construyendo nuevos cruceros.
El capital Schettino, hoy de 61 años, es ahora un preso modelo en la cárcel romana de Rebibbia y estudia Derecho y Periodismo. Cree que él logró reducir los daños del naufragio y que fue el único encarcelado a pesar de que se trató de un error organizativo. En mayo cumplirá un tercio de la condena y podrá pedir que le alivien las condiciones de detención.
El capitán de fragata Gregorio de Falco, quien le ordenó infructuosamente que volviera a bordo y organizó el rescate, se inclinó por la política. Fue elegido senador en 2018 y fue expulsado de su partido poco después por no votar contra la inmigración. Hoy sigue en su banca y explica que si se hubiera actuado correctamente ante el naufragio probablemente nadie hubiera muerto.
El Doce tiene un valioso archivo audiovisual con imágenes desde el año 1965. Si querés consultar por imágenes, escribinos al Whatsapp al 549351 2191212 o al mail archivoC12@artear.com